"Al final, todo lo que queríamos era ser felices, era que nuestra cama fuera la más mullida para nosotros, que nuestra casa fuera el refugio donde poder bailar sin que nos vieran, queríamos que nuestros amigos rieran con nosotros y -en esa risa contagiosa- que se nos escaparan unos te quiero, queríamos luchar por la mañana para que no quedaran estrellas sin contar por las noches, queríamos amar a una persona y en sus ojos construir sueños y esperanzas, queríamos que nos amaran y que todo lo anterior cobrara sentido. Pero no nos avisaron que por cada semana muere un sueño, que las ciudades no nos dejarían ver las estrellas, que en los tiempos en que nos tocaría luchar por nuestros anhelos, un "like" en una foto valdría más que un te quiero sincero y que -en la soledad de una cama fría- terminaríamos por desear haber querido cualquier otra cosa, alguna de esas que vendían en el mall, tal vez, alguna cosa de aquellas que no fallan, que no duelen, que no matan, alguna de esas "nuevas simples cosas" y es que las cosas sencillas que deseamos de niños terminaron por volverse un bien de lujo, un lujo escaso, ajeno, distante, un lujo olvidado e inútil"
lunes, 5 de agosto de 2019
Muesli y café con leche
25 de enero de 2015
-Te amo- Me dijo mientras acercaba un pocillo con muesli y café con leche, el olor al pan tostándose llenaba su cocina decorada con esa mezcla de minimalismo y un honesto y carente abandono tan típica de la bohemia centralista de las grandes ciudades.
-No me amas- respondí yo.
-Te quiero entonces- Insistió.
-No puedes quererme, nos acabamos de conocer y aún cuando me quisieras, yo no puedo quererte, ni amarte, estoy de paso por aquí, no sabes mi nombre real, ni conoces mi historia, no me has visto reír honestamente ni llorar desconsolado, no sabes que fue lo que me hizo huir hasta aquí.
-Vale, entonces te necesito,
-Pero eso no es problema mío-
-No he dicho que lo sea, el problema es mío por dejarme absorber por la ciudad, por enamorarme de ella -que es incapaz de amar nadie- Madrid está demasiado acompañada y todos los que aquí vivimos lo hacemos demasiado solos -déjame poner tomate en tus tostadas- te necesito para ser un poco más yo, aunque sea por una mañana, te necesito para acariciarte y así -al menos- sentir un cosquilleo en mis dedos cruzando tu cabeza. Te necesito para advertirte lo que a mí no me advirtieron, te necesito.
Un asomo de lágrima hizo el silencio mientras otra copa de café inundaba la cocina, tras los ventanales Serrat visitaba la gran ciudad en su balada, pero no era Otoño, era la lluvia de Invierno la que lavaba los pecados en esa ciudad al norte del globo, al sur el verano hacía brotar las soledades que esperaban a mi regreso, mientras, algún administrativo del supermercado de calle Portugal proponía a su jefe importar muesli para la venta a precios razonables.
-Acércame el aceite de Oliva- le pedí ignorante, y me acurruqué a comer mis tostadas en su hombro.
Volver
28 de Septiembre de 2011.
Volver es otra forma de llegar, Lerner ya lo decía hace cien años, cuando te vas y dejas todo atrás se parece a morir un poco, el viaje te cambia, te transmuta como si volar fuese el eslabón perdido de la alquimia del alma, cambia tu cara, tu mirada se vuelve más sabia y profunda, la risa y la pena siempre dejan su huella en tu frente -la biología puede ser cruel para quienes quieren el árbol siempre en flor- pero las líneas que te ganas lejos de casa son distintas, son amadas, muchos dicen que es un mapa, yo creo que son un poema escrito en tu piel. Cambia también aquello que dejaste atrás, la amistad se va esparciendo, las más fuertes sobreviven, pero muchas se secan por falta de riego, la gente envejece sin ti, algunos nacen y otros mueren, otros incluso desaparecen sin dejar rastro al igual que los edificios que tanto quisiste -aun cuando olvidaste el por qué- en alguna parte del camino... tu también desapareces. Entonces pasa que vuelves y buscas, a los amigos que desaparecieron, los edificios que añorabas, caminas sin rumbo por el hogar perdido que era tu ciudad buscando las raíces profundas que tanto echaste en falta mientras fuiste “extranjero", pasan los días y sigues sin encontrar aquello que construiste por allá lejos, vagando en tu ciudad se vuelve cierto que ya no te pertenece, el tiempo paso sin ti y tu…. No has vuelto a ninguna parte...solo has llegado, dejaste un hogar y lo cambiaste por un sitio conocido pero extraño, un punto intermedio entre un pantalón de la ropa usada y un paquete turístico en veinticuatro cuotas precio contado, comienzas a vivir el dejavú terrible que te regala la vida en premio por haber decidido vivir tu vida siendo ajeno.
Volver es otra forma de llegar, Lerner ya lo decía hace cien años, cuando te vas y dejas todo atrás se parece a morir un poco, el viaje te cambia, te transmuta como si volar fuese el eslabón perdido de la alquimia del alma, cambia tu cara, tu mirada se vuelve más sabia y profunda, la risa y la pena siempre dejan su huella en tu frente -la biología puede ser cruel para quienes quieren el árbol siempre en flor- pero las líneas que te ganas lejos de casa son distintas, son amadas, muchos dicen que es un mapa, yo creo que son un poema escrito en tu piel. Cambia también aquello que dejaste atrás, la amistad se va esparciendo, las más fuertes sobreviven, pero muchas se secan por falta de riego, la gente envejece sin ti, algunos nacen y otros mueren, otros incluso desaparecen sin dejar rastro al igual que los edificios que tanto quisiste -aun cuando olvidaste el por qué- en alguna parte del camino... tu también desapareces. Entonces pasa que vuelves y buscas, a los amigos que desaparecieron, los edificios que añorabas, caminas sin rumbo por el hogar perdido que era tu ciudad buscando las raíces profundas que tanto echaste en falta mientras fuiste “extranjero", pasan los días y sigues sin encontrar aquello que construiste por allá lejos, vagando en tu ciudad se vuelve cierto que ya no te pertenece, el tiempo paso sin ti y tu…. No has vuelto a ninguna parte...solo has llegado, dejaste un hogar y lo cambiaste por un sitio conocido pero extraño, un punto intermedio entre un pantalón de la ropa usada y un paquete turístico en veinticuatro cuotas precio contado, comienzas a vivir el dejavú terrible que te regala la vida en premio por haber decidido vivir tu vida siendo ajeno.
Desgarrado por la pertenencia me declaro incompetente en el compromiso, me niego a ser alguien para otro mientras no pueda mirarme al espejo, me niego también a usar una máscara hasta no reconocer mi rostro en el reflejo, me niego a enarbolar la bandera que pronto abandonaré o a llevar una etiqueta caducada desde su emisión. Vivir como quien pasa, pasar sin vivir en demasía, hasta sentir en mi bolsillo las llaves de un hogar en el que, al entrar, todo me espere tal y como lo deje, ir al salón, quitarme la ropa, y asi desnudo y sin adornos ser el mismo que salió, sonriéndome desde el encierro cálido de quien se encuentra consigo mismo para dormir en una cama conocida.
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